“Prefiero Rosa la lía a Rosalía”.
La última apuesta de Diego Pun Ediciones es un libro álbum con mucho humor, música y referencias a la cultura popular.
Después de una década de formación y trabajo, dos hijas y decenas de títulos publicados a uno y otro lado del charco, José Fragoso retornó de Estados Unidos en busca de la calma que brinda envejecer en casa. Natural de Madrid, Fragoso se define como autor e ilustrador de historias infantiles, aunque también ha trabajado en el sector del cine, la publicidad y la docencia. Sus libros han aparecido bajo el sello de gigantes como Scholastic, Penguin Random House y Alfaguara. Su último trabajo, Rosa la lía, es un álbum con textos de Rafa Ordóñez que apuesta por la música, el movimiento y la diversión para encantar a los más pequeños. En esta ocasión, ficha por la editorial canaria Diego Pun Ediciones, de la que asegura llevarse un gran sabor de boca.
¿Cuál es el secreto para que la relación artística con Rafa Ordóñez sea tan fructífera?
“Lo principal es que nos llevamos genial, nos tenemos mucho cariño y admiramos lo que hace el otro. Nuestros estilos conectan muy bien. Su escritura es muy viva, pero no pretende impresionar. A mí me ocurre lo mismo. Me da igual si da la sensación de que dibujo bien o mal, lo que quiero es transmitir emociones. Cuando trabajo, tengo que releer una y otra vez y siempre me hace reír. Sus textos son muy ligeros y divertidos. Nos lo pasamos muy bien juntos y si tenemos que plantear alguna observación sobre el trabajo del otro, lo hacemos encantados”.
Tras vivir en Estados Unidos y publicar con editoriales de todo tipo por medio mundo, ¿qué atractivos le ofrece un sello independiente de Canarias como es Diego Pun?
“Volvimos a España —después de vivir cinco años en Chicago y otro tanto en Nueva York— porque la idea de hacernos mayores en Estados Unidos nos daba un poco de miedo. No solo por el hecho de ser inmigrantes, sino porque es un país que no te pone las cosas fáciles. Es cierto que allí tuve la oportunidad de formar una familia y crecer profesionalmente. He publicado con editoriales de todo tipo, desde las más pequeñas hasta gigantes del mercado como Scholastic. En mi caso, lo que más importa son las personas con las que trates. En las editoriales independientes encuentro más libertad creativa. Con Diego Pun ha sido todo muy fluido, hemos disfrutado mucho del proceso. Ya conocía sus libros y tienen muy buen gusto, hay grandes joyas”.
¿Qué inconvenientes y qué ventajas tiene trabajar sobre un personaje con cierto anclaje a la realidad?
“Hay que tener cuidado con no hacerlo evidente. Aunque la referencia es obvia, no es un cómic sobre Rosalía. Pero sí me sirvió para usar su energía, lo positivo que transmite. La estética, la apariencia, los zapatos con plataformas, el ombligo al aire… Y ese dinamismo, esa gracia que tiene en el baile, esa energía. Había que potenciar su aura, pero recordando que es una niña cualquiera”.
Es un texto muy cinético. ¿Qué puertas abre a la ilustración?
“Las abre todas. Desde el principio, la idea era que el libro invitara al movimiento, que llevara al lector de un lado a otro. En la doble página, tenemos muy en cuenta el ritmo de lectura, hay pasajes que requieren más tiempo… Por eso jugamos con distintos elementos de la ilustración para que el lector detenga la vista o, por el contrario, para que pase rápido a la siguiente página. Un álbum que está bien hecho tiene que moverte; más aún en este caso, que cuenta con un fuerte componente musical”.
El color también ocupa un papel predominante, especialmente el rojo.
“Desde el título, se hace evidente el guiño a Rosalía. Queríamos un personaje que recordase a ella, pero que no fuera en absoluto biográfico. Investigué mucho sus looks y visualmente es muy interesante. El peinado y el color rojo son muy característicos de ella. Además, el rojo es intenso y pasional, perfecto para esta historia. Las grandes masas de color son como una especie de ola, van de un lado al otro, contribuyendo al movimiento”.
Una de las características más reconocibles de su estilo es la ausencia de barroquismo.
“Después de más de veinte años dibujando, cada vez valoro más el color blanco, el vacío. Me resulta mucho más interesante decidir dónde no pintar para así destacar otras cosas, dar aire, hacer mover la vista del lector, guiarle… El espacio es tiempo. Los ilustradores que más me gustan, según se hacen mayores, dibujan menos y cuentan más. Cuando veo a algún principiante que intenta impresionarte, recargando mucho el dibujo para demostrar su destreza, pierdo el interés. Me gusta el ilustrador que me trata con inteligencia y me enseña lo que necesito ver”.
El texto se presta al surrealismo, a dejar volar la imaginación. ¡Incluso aparece un OVNI!
“El texto de Ordóñez es muy extremo y eso es algo que me encanta. No podemos olvidar que dibujamos y escribimos para niños. Lo que a nosotros nos parece una cosa absurda, para ellos es muy divertida. Si te puedes pasar de la raya y salirte con la tuya, hazlo. Nuestros lectores lo ven con naturalidad, no exigen tanta verosimilitud, ellos solo buscan divertirse. El exceso de adjetivos, los juegos de palabras… Todo eso me sirve para ilustrar, me da mucho juego. Hablando de elementos absurdos, ¡el propio Rafa hace un cameo en una de las ilustraciones!”.
¿Cómo se imagina la lectura ideal de este libro?
“Es una buena opción tanto para las aulas como para entornos familiares. Creo, sin embargo, que cuantos más lectores, mayor será la diversión. Al final, la historia también refleja eso: la protagonista empieza sola en un parque con un balón y todo va a más hasta acabar bailando con la ciudad entera. Por eso lo puedo ver en una clase, sumándose nuevos personajes enloquecidos a cada página”.
¿Tema favorito de Rosalía?
“Visualmente, te puedo contar de todo: los trajes que llevó en tal entrega de premios, en su última gira, etc. Pero musicalmente no está en mi onda. Podría decir cualquier cosa que haya oído por ahí, pero estaría mintiendo si digo que me gusta. No tengo nada en contra, pero no es mi estilo. Prefiero Rosa la lía a Rosalía, desde luego”.
Entrevista realizada por Ricardo Marrero Gil