Joanna Concejo

¿La vida cotidiana suele ser una fuente de inspiración?

“Sí, siempre. Aunque no suelo publicar libros en los que soy también la autora del texto, cuando cuento algo siempre tiene que ver con la realidad y con la gente que conozco. Hay textos que he escrito para mis hijos, para que puedan reconocerse en ellos”.

¿Y prefiere ilustrar para otros o para usted misma?

“Son trabajos muy distintos. Me gusta cuando hago el libro entero, pero no siempre tengo ideas ni algo que contar. Pero también disfruto cuando creo mundos para textos de otros escritores. El proceso es muy distinto. Tengo más libertad con mis propios textos porque no necesito preocuparme por lo que es conveniente o no, si gustará… Lo hago yo sola”.

¿Podemos hablar de tu arte como una literatura de la parsimonia?

“Nunca lo había pensado así. Es cierto que mi forma de ilustrar es muy tranquila. Me gusta trabajar con lentitud. Los momentos en los que voy creando y dibujando la historia son casi de meditación. Creo que los colores, la técnica, el papel y todo lo demás que escojo para ilustrar un libro reflejan eso”.

¿Haber publicado un libro con una ganadora del premio Nobel cambió tu carrera?

“Sí, un poco sí. Lo noto en que ahora me ofrecen más trabajo, me buscan más. Pero yo sigo siendo Joanna, soy la ilustradora de siempre y le pongo el mismo cariño. Por suerte, no existe un Nobel de ilustración y yo lo agradezco porque sé que es muy complicado gestionarlo. A veces, con tantas demandas tengo que hacer más labores de gestión que dibujar en sí. Es algo que disfruto menos, pero que sé que debo hacer. Cuando elegí este oficio, lo hice con sus más y sus menos”.