La naturaleza caprichosa y exótica de las Islas nos ofrece, desde hace siglos, un sinfín de rincones mágicos: si observamos, por ejemplo, un palmeral en la montaña, ¿quién no ha sentido alguna vez que los guanches, cuidadosamente escondidos, aún extraen el néctar de los troncos para elaborar su miel? Y, si nos detenemos en lo alto de un acantilado, ¿cuántos mares embravecidos habrán golpeado las negras rocas o hundido navíos?

En medio de este abanico, los barrancos poseen un valor añadido. Son las “venas abiertas” de nuestra tierra y una seña particular que nos distingue de otras geografías. Los canarios saben muy bien que por los barrancos no solo circula el agua; también vuela el canto de los pájaros, el crujir amarillo de los cañaverales y el golpe seco de las frutas que caen, salvajes, en la hojarasca.

¿Y las palabras? ¿Viajan también por estas sendas? Este libro, que ahora reposa sobre tus manos, es un bello ejemplo para entender que las historias también nacen en los barrancos.

No importa la época, los medios ni el lugar. Las historias nos acompañan, ilustran y alimentan nuestra alma. Riegan las enseñanzas que, persona a persona, transmiten las moralejas de nuestras vivencias a lo largo del tiempo. Naturaleza y Humanidad se dan la mano, saltando de piedra a piedra, de risco a risco, sorteando la orografía de las experiencias, las circunstancias y los aprendizajes. Ediciones Diego Pun nos ofrece una bella excursión, sosegada por momentos, sinuosa por tramos. Tres caminos diferentes, marcados por el estilo de grandes labradores de palabras, nos invitan a caminar y correr, e incluso a degustar los ecos de los sonidos para seguir el curso de la vida, guiados por el hilo de agua y las leyendas.

Letra a letra, historia a historia, nos sugieren escalar las veredas que marca el paso del tiempo. También nos invitan a bajar, con ligereza y rapidez, por las lecciones acumuladas. El medio oral no nos garantiza la total veracidad de lo narrado, pero sí nos avala la perpetuidad en el tiempo de los valores que arrastra.

Desde Lo que cuentan los barrancos , los autores nos conducen por el curso de las aguas que marcarán, con esmero, la arquitectura de los surcos en la tierra de nuestra visión de la historia del Archipiélago. Como el agua, el sol o el viento, marcarán el rumbo de tres rutas diferentes, que nos obligarán a emplear la mayor de las intensidades en nuestros sentidos, para no perdernos ningún detalle de los aprendizajes que encierra cada una de las palabras ofrecidas. Los barrancos acotan tierras y dominios, pero en este caso, los tres estilos se cruzan de manera mágica, mostrándonos multitud de posibilidades sensitivas y estimulantes.

Pasos cortos y seguros son los que debemos llevar para avanzar por cada historia. Es imprescindible llevar todo el equipamiento para hacer nuestro viaje por este libro inolvidable. Inquietud, sensibilidad y perspectiva garantizarán la mayor de las experiencias vividas y leídas.

Avanzamos de forma vertiginosa por el mundo, y muchas veces poniendo el énfasis de nuestra atención en el paso que damos sin levantar la cabeza, perdiéndonos el momento y el paisaje. Este libro nos invita a reflexionar, con cada línea, sobre la historia de nuestro patrimonio, de nuestras islas y sus personas, que
han creado legado a través de vivencias acumuladas a lo largo de los siglos.

No he podido evitar comparar esta obra con los callaos, que reposan plácidamente en nuestras playas después de que el tiempo, en sus dos vertientes, haya limado su superficie hasta conseguir esa textura lisa y agradable. Una obra redonda y brillante, que nos hará recorrer el curso de las historias que se originan a los pies de nuestros tan impresionantes barrancos.

Espero que disfruten, como yo lo he hecho, del paisaje, el recorrido y la vida que desprende esta obra. Levanten la cabeza y disfruten.

Reseña por Ricardo Cubas

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